El sector de la construcción, y en concreto la edificación, es uno de los motores más importantes de la economía de un país.

Pese al momento actual de recesión en la economía en general y en el sector en particular, en Europa la construcción representa aproximadamente el 10% del PIB y el 8% del empleo total.

Junto con la alimentación y el transporte privado, la construcción conforma la trilogía de ambitos de consumo ciudadano que suponen el 70% del impacto global. Cada vez hay más viviendas, menos pobladas y más equipadas que aumentan la intensidad de ese impacto por unidad construida. Esta tendencia se magnifica por la creciente influencia de formas de vida anglosajona inspiradora de ciudades dispersas, con problemas de implantación de transportes público, mayor ocupación del suelo, etc,

El sector dispone de un potencial de mejora ambiental impresionante. Un cambio en el modo de diseñar, construir, usar, mantener, renovar y demoler los edificios y su entorno permitirá establecer una situación de mejora en las “prestaciones” no sólo ambientales, sino también económicas y sociales de los pueblos y ciudades y en la calidad de vida de los ciudadanos.

Todo ello, porque debemos ser conscientes de que la edificación, no solo presenta implicaciones ambientales, sino que además es el espacio fundamental donde se desarrolla más del 90% de la vida de cada persona , por lo que un diseño pobre y malos métodos de construcción pueden tener efectos significativos en la salud de los edificios y sus ocupantes o usuarios.

Además de los edificios entendidos como unidad constructiva, su agrupación y el entorno que los rodea (infraestructuras, espacios verdes…) son los principales elementos definitorios el entorno urbano, donde los aspectos ambientales a considerar se amplían: movilidad, transporte, uso del suelo… ejerciendo la mayor influencia sobre la calidad ambiental urbana.

Fuente: Ihobe

http://www.ihobe.eus